lunes, 19 de enero de 2015

ANTONIO PRECIADO EN VIVO. Raúl Arias


Antonio Preciado, poeta esmeraldeño con 12 libros de poesía publicados, muchos de ellos traducidos a numerosos idiomas, despliega en esta entrevista una vitalidad que no ha decaído en décadas de sostenida labor cultural en recitales, encuentros internacionales, y en funciones diplomáticas en varios países.




Conocí a Antonio allá por el año 1965, cuando tres amigos tzántzicos viajamos a Esmeraldas con el propósito único de conocerlo “en vivo” y empujados por la admiración que le teníamos. Fuimos Alfonso Murriagui, Rafael Larrea y yo a la casa de Antonio, en “barrio caliente” de Esmeraldas, y nos invitó a compartir un tapado de pescado y luego unos tragos medidos de aguardiente. Conocimos a sus padres, conversamos sobre poesía y nos deleitamos con la vitalidad de Antonio diciendo sus poemas en voz alta, como siempre lo hacía desde muy joven. Fue una noche memorable para los tres tzántizcos que recogíamos una experiencia aleccionadora en una fecha imposible de recordar con exactitud del año citado.




“Mi nombre es Antonio Preciado Bedoya. Soy esmeraldeño, nacido el 21 de mayo de 1941 en barrio caliente, el barrio negro tradicional de la ciudad de Esmeraldas. Soy, entonces, un negro esmeraldeño jututo. Jututo esmeraldeño quiere decir auténtico, verdadero”.

“Yo prefiero que se me llame negro. De hecho así nos llamamos, cariñosamente, entre nosotros. Soy negro. Afrodescendientes somos todos en la especie humana zoológica, considerando el consabido proceso de conversión de la animalidad en la humanidad. Todos venimos de África. Creo que la socorrida denominación de afrodescendientes a los negros en Ecuador se debe a lo que parece un bienintencionado deseo de endulzar eufemísticamente los estragos de una palabra que de suyo parecía ofensiva por los antecedentes de opresión, vejámenes y discriminación a lo que históricamente y aún hoy está ligada. Pero el problema no está en la denotación sino en la connotación, en los epítetos, los adjetivos intencionales, en la adjunción de asquerosa basura que lastiman al vocablo que en su mismidad no daña. Y vale aquí decir que si alguien, de cualquier etnia, profiere una valomía en detrimento de otra, está negando a toda la humanidad y, por supuesto, su propia condición de ser humano. Yo, definitivamente, entonces, soy un ser humano negro.

Continuando, debo decirles que los autores de este autor, son José Víctor Preciado Cortés, mi padre, y María Felisa Bedoya Esterilla, mi madre, ambos fallecidos. Y que antes de eso, era precisamente nada, que es lo que digo precisamente en un poema cuando no era mi boca todavía. El poema dice: De todo el tiempo que no estuve en mí/ no pudo quedar dicha ni una sola palabra/y hoy ya no acierto a dar con quien no fui/sin una voz por dentro conocida/que me oriente buscando la salida/para desovillarme hasta la nada./Ahora estoy en mí/ y sin embargo, afondado en mi ser,/todavía rebusco aquel entonces /en que solo era algo/como el después de una inmensa nostalgia/ por lo que yo después al fin sería/ al hallarme olvidado en la anticipación/ de todos los olvidos,/desmemoria infinita, inexistencia,/ callado devenir de nadie en nadie, /ineludible espera en una identidad deshabitada,/errante contingencia de que talvez/ un día mi padre con mi madre/justo en mí se encontraran./ Trasanteantonio le jura soledoso vacío de mi voz tanto tiempo esperando/ a que yo fuera cierto, tenaz fidelidad con que doliéndome/ la que no era mi boca todavía desde la eternidad/ a oscuras me seguía/por el más prolongado de todos mis silencios.

Bien. Con la poesía nos encontramos, creo que más o menos a la altura de mis 10 años de edad. Empecé a sentir que algo bullía dentro de mí, que buscaba salida y yo no sabía de qué se trataba. Un poco después descubrí que esa salida era la palabra. Por entonces empezaban mis lecturas, y entre ellas, leí a autores de raza negra que estaban muy en boga en esa época. Me refiero a Nicolás Guillén, que había iniciado su gran diáspora hacia toda América, a Regino Pedroso, Candelario Obeso de Colombia, Elías Maltangóngora, también de Colombia, Jorge Artel, de las Antillas también Ramón Guirao, Marcelino Arosarena de Cuba, Luis Palés Matos, que no era negro, de Puerto Rico, y de aquí también Fortunato Vizcarrondo. En Ecuador, Nelson Estupiñán Bass y Adalberto Ortiz. En Uruguay, Idelfonso Pereda Valdez, etc. No había surgido aún la corriente de la negritud, estamos anclados precisamente en el negrismo, una poesía descriptiva, de visión exterior y hasta burlesca a veces, contra el mismo negro.

Siendo un adolescente, publico mi primer librito, llamado Jolgorio, por una bondad del doctor Benjamín Carrión, a quien le sorprendió y quiso publicar ese libro y lo hizo en quince días después de recibir los originales. De esa época, por ejemplo, recuerdo Chimbo: Me habís embrujao morena/ ya me tenés amarrao/ me tenés que causo pena/ ya me tenés de tu lao./ Habís velao mi retrato/ una vela a caa lao/ me habís dao tripas de gato/ o talvez mi habís fumao./ Te había metido en mi sangre/ y solo a tu lao quiero está/ y a veces ni siento hambre/ de tanto en tu amor pensá./ Morena, qué me habís hecho pa teneme así socao?/ Pa metete aquí en mi pecho morena, qué me habís dao?/ Pero ya verás, negrona, yo me lograré zafá,/ tabaco ni querendona me podrán asujetá./ Bucaré curación, negra, iré pa onde el colorao,/ él me dará algunas hierbas cuando le explique mi estao./ Me dará un baño de ruda con aguardiente y verbena /pa que del mal me sacuda pa librarme de esta pena. /Y después de poco tiempo a tu lao he de pasá /con la negra que yo quiero sin que me podás jalá;/ y ya ni las tripas de gato con ponzoña de alacrán,/ querendona ni tabaco me podrán asujetá.

Luego continúo mi andadura por la poética, amplío mis lecturas, mi cosmovisión se va ampliando y consolidando también, empiezo a darme cuenta de que hay problemas atinentes a todos los seres humanos, que la humanidad tiene grandes causas que un poeta realmente no puede descuidar, al menos un poeta de mis convicciones. Yo, desde temprano, un hombre de izquierda militante, no puede descuidar. Entonces ya había surgido el movimiento de la negritud en París que encabezaban Leopoldo Zea Senghor, presidente después de la república de Senegal, y ese gran poeta de la Martinica de la misma patria de Franz Fanon, que era Aimé Cesaire; con los dos tuve oportunidad, la suerte, de tener amistad, inclusive cuando Senghor era presidente de Senegal y fue la primera vez que se me invitó al África, siendo yo prácticamente un adolescente. También estaba en ese grupo León Damá y otros poetas estadounidenses que habían ido precisamente a París en esos tiempos. Y estaban arracimándose allí en la configuración de este movimiento que deviene luego, por su hondura conceptual, en una suerte de movimiento político, que es el reconocimiento del negro como ser humano, su inserción verdadera en su condición de eso, de ser humano, de tener derecho a participar en las decisiones de cada uno de sus países. Entonces mi poesía va adquiriendo otros matices, a la vez que exploro vertientes, en mis alquimias interiores, del amor, del erotismo. Mi poesía es social, en el sentido de que tiene una gran preocupación, permanente, por los problemas de la sociedad, es una poesía contra la opresión, contra el hambre, contra el arrinconamiento de unos seres por otros, es una poesía también política pero es amatoria, es erótica, y es tierna a la vez que testimonial y combatiente.

NEGRITUD Y POESÍA.

Ciertamente la temática de la negritud tiene un carácter axial, de eje, en mi producción, en mi escritura, pero no es lo único por lo que yo escribo. Como muy bien dice Marco Antonio Rodríguez, en su libro Poetas nuestros de cada vida, desde ese centro de la negritud yo abrazo todo lo humano y me considero en efecto un poeta de todo lo humano. Digo además, y lo repito, que la poesía no tiene color. Nadie habla de poesía blanca, de poesía mestiza, etc. Entonces, el hecho de llamar a los poetas negros porque escribimos sobre esa temática, el poeta negro de tal lugar, poetas de la negritud del Ecuador, quiere decir que el alcance de ese poeta es el ámbito de la negritud meramente, que no lo trasciende, y desde ese punto entonces es excluyente, es discriminatorio. La poesía no tiene colores, yo soy poeta, y si he escrito mucho sobre mi raza, sobre mi etnia es porque no podía eludir el hecho de que 20 millones (en el cálculo más conservador) de seres humanos fueron cazados, arrojados y trasladados en condiciones de animales a América para una mano de obra barata y servil y por eso es que se empezó a teorizar sobre la supuesta animalidad del negro. Recuerden que Ginet de Sepúlveda y el obispo anglicano Thomson decían que la trata de esclavos no contrariaba las leyes del derecho natural y de las religiones en la ley revelada porque el negro era un ser rayano en la animalidad.
Aquí me gustaría recordar un poema, casi de la adolescencia, que se llama Dos solos de tambores de Cuamé Bamba, que va marcando mi posición respecto de todo aquello que se nos endilgaba, y hasta ahora también se nos endilga en los afanes discriminatorios de que somos víctimas.

DOS SOLOS DE TAMBORES DE CUAMÉ BAMBA

Vengo de andar más de mis propios días
Porque para llegar si no me alcanzan
Voy tomando prestadas las semanas.
Me llamo Cuamé Bamba,
Antiguo caminante que anda y anda
Con una enorme huella sobre el polvo
Ofreciendo un volcán en cada casa.
Yo soy Cuamé de atrás hacia adelante,
Viento, río, paso, lanza.
Hombre de sangre azul
¿Quieres decirme tú de dónde vienes,
De dónde vengo yo, hacia dónde vamos?
Comenzamos iguales la jornada,
El mismo ayer, entre las mismas aguas
Yo sigo caminando, sigo, sigo,
Yo sigo caminando con la misma pisada
Y tú has quedado atrás junto a ti mismo
Con una triste vena solitaria.
Dime sobre tu ayer quién ahora eres,
Dime con tu cansancio cómo andas,
Hermano sin embargo, la misma latitud,
El mismo mapa, nada más que dormido
O digamos sonámbulo en tu sombra.
Yo recuerdo ese mar que nos confunde,
Ese mismo silencio, aquella misma paz
recién inaugurada.
Y te amo por sobre el muro de tu sangre
Sobre todas tus venas derrotadas,
Y en realidad te quiero hace ya siglos
Desde que como yo eras el leve atisbo
De un murmullo sobre la paz del agua.
Y hoy que tenemos voces, voces, voces,
Te digo compañero, vamos, anda.

PRECIADO EN EL EXTERIOR

A los 24 años yo gané el primer premio en el Concurso Nacional de Poesía “Ismael Pérez Pazmiño” que mantenía el diario El Universo y que era el certamen literario más importante del Ecuador. Un año después gano el primer premio en el Festival Nacional de las Letras, en la vertiente de poesía, organizado por la Universidad de Guayaquil. Desde entonces he publicado doce libros de poesía, figuro en casi todas la antologías ecuatorianas, en muchas del continente americano, otras de alcance mundial y a la vez he sido invitado a encuentros, recitales, congresos sobre poesía en países de América del Sur, de Centro América, las Antillas, Norteamérica, Europa y África. Mi poesía se estudia en cinco universidades de los Estados Unidos de Norteamérica y precisamente en este año la estudiante Beky Rower de la Universidad de TenneseE escribió y recibió la aprobación sobre su tesis doctoral en lenguas modernas, esa tesis versa sobre la poética de Antonio Preciado. Igualmente vale destacar que la Universidad de Veracruz de Méjico, el sello Pentagrama de DF y la Unesco, Méjico, produjeron un documental de 70 minutos de duración que tiene por título “Antonio Preciado, poeta entre cantos y marimbas”. Allí, a Antonio Preciado se lo toma como pretexto, su vida y su obra para el interesado en el conocimiento del pueblo negro del Ecuador, y se ha proyectado ese documental en varios países de América Latina, casi siempre yo como invitado especial, y en varios estados de Méjico, yo he sido invitado para dialogar con el público. Hasta ahora poemas míos se han traducido al inglés, al francés, al rumano, al italiano, al árabe, y actualmente se lo está haciendo al polaco.

CREACIÓN POÉTICA.

Para mí la creación poética es una suerte de afirmación permanente de mi ser. Tan inextricablemente estoy ligado a la poesía, es parte de mi vida. Entonces es una confirmación de mi ser. La forma de decir hasta por los poros lo que quiero decir, es la manera de poner en la palabra todo aquello que sigue bullendo dentro de mí. Ya dije que soy un poeta de izquierda y considero que un hombre de mis convicciones respeta todo lo que hace todo poeta. Hay tantas clases de poesía como poetas en el mundo. Eso hay que entenderlo, no se puede considerar de ninguna manera que la poesía debe tener una sola modalidad, un solo orden, una sola dirección. Es cierto que cada época tiene una voluntad de arte y las tendencias dinámicas de la poética también van llevándola hacia diferentes momentos, etapas, pero de ninguna manera yo me resigno a dejar de decir lo que considero que tengo que decir en mi creación poética. Estoy seguro de que nadie escribe para sí, que el encuentro de posibles destinatarios está previsto en la raíz misma de la creación aun cuando ese encuentro nunca se pudiera dar en muchos casos. Pero es así, de lo contrario para qué publicar. Creo que un poeta está obligado, como en mi caso, respetando todo lo que digan los demás, a recordar en su creación que hay problemas que los demás no deben olvidar. Es cierto que la poesía en su mismidad no cambia las cosas, no resuelve esos problemas, pero sí sirve para que recuerde que esos problemas existen.
“¿Cuál es la mayor ambición de Antonio Preciado como poeta?”

Es muy sencilla, decir de la manera más sencilla, más transparente, más clara las mayores profundidades posibles. Lograr eso que decía el gran poeta francés Paul Eluard en el sentido de ir del universo de un hombre al universo de todos. Entonces yo voy siempre en la búsqueda de infinitos encuentros. Soy un hombre insomne buscando fórmulas expresivas que, en concordancia con lo que siento, con el filón temático en el que trabajo poder decir de la manera más simple, más clara lo que de veras es profundo. He aquí entonces una pequeña muestra de mi poética.

HALLAZGO

Hoy saqué de la arena
Un hueso que me ha pertenecido
Porque tiene una señal de sangre idéntica a mí mismo
Y el horrible dolor que me he palpado
Siempre en el mismo sitio.
Además es del mismo metal
que en una uña de mamá he sorprendido.
Pues bien, me haré una flauta,
Compondré una canción a mi asesino
Y la saldré a tocar todas las lunas
A lo largo de todos los caminos.

POEMA HÚMEDO

Parto de que me bebo este poema,
De que yo siempre sueño cataratas
De que no en vano se me va la lengua
Y aunque se atoren las palabras secas
Cuando empujo mi sed
Empieza el agua
Empieza el agua buena de los niños
El agua niña del alegre charco
El agua de los lunes, los domingos,
El agua primordial de todo el año
El agua audaz que se decide a ola
El agua firme que horadó la roca
El agua torrencial que me ha mojado
El agua lavandera de la casa
El agua pobre que jamás descansa
El agua que anda a pie por los sembrados
El agua perspicaz que al coco trepa
El agua que pensó con la cabeza
El agua sabia que colmó el milagro
No el agua zonza que se dio a la pena
No el agua insulsa que se ha vuelto santa
No el agua que se enjuaga los pecados
No el agua dolorida de la lágrima
No el agua boquiabierta de la gárgara
No la gota voraz como un océano
No el agua mansa resignada a poco
No el agua muerta de los ahogados
Ni el agua sangre de mi pueblo roto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario