jueves, 14 de mayo de 2015

ALTA CONTAMINACION PUBLICITARIA


José Ron





















En la televisión, radios, revistas, periódicos y publicaciones de todo tipo, y  con la utilización de instrumentos de primera calidad, esto es, papelería a todo color, diseños ingeniosos y variadas formas  de   argumentaciones mercantiles se difunden sin cesar mensajes con múltiples contenidos subliminales y también muy directos que golpean a diario y de manera insistente en  las mentes y las sensibilidades de las poblaciones que en forma pasiva se ven obligadas a recibir estos productos elaborados de los mercados, preferentemente de los transnacionales que dominan el mundo contemporáneo.

Se usa y abusa de la comunicación en un solo sentido.

Datos muy conservadores señalan que en revistas de Ecuador la publicidad alcanza un 16%, en los canales de TV el 40% y en la prensa el 25%.(EDUTEC).

Los receptores no tienen ninguna opción para comentar o replicar lo que implica estos abusos del poder económico y político.

Y claro que hay abuso y, además, represión. Y todo se lo hace invocando el sacrosanto principio de la libre competencia y de las inagotables promesas de progreso con paz y justicia. Para ello se cuenta con la abierta o encubierta complicidad de los gobiernos de turno y de mandatarios que no reparan en usar disfraces de revolucionarios y servidores incondicionales de todos y todas, en especial, lo repiten, de los más vulnerables y desprotegidos. Ofensiva realidad que se ve fortalecida y sostenida por  los medios de comunicación masiva.

A tal punto llega la contaminación publicitaria que un diario reconocidamente empresarial, hace pocos días, reclamaba por el exceso de carteles y anuncios que se despliegan, aparentemente sin ningún control, en puntos estratégicos de la ciudad. Y esto es explicable puesto que vivimos en un mundo mercantilizado por los cuatro costados, todo lo cual aparece como normal. Y nos ha domesticado sin otras posibilidades de lo que se ha dado en llamar eufemísticamente el “buen vivir”. Lamentablemente, hasta las redes sociales se encuentran atrapadas por estas prácticas del mundo mercantil. 


En este planeta estamos, en este mundo vivimos y no sabemos  hasta cuándo no seremos capaces de  decidirnos a actuar y responder consecuentes con  ese BASTA que, por cierto, no es el “basta” que usa el gobierno con frecuencia.

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